jueves, marzo 30, 2017

Cronicas de Dios-capitulo 2




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Capítulo II

En una prisión un policía de aspecto gordo abre las rejas de una celda.
-Ya puedes irte, pagaron tu fianza.
Gabriel se sorprendió, porque solo habían pasado unos treinta minutos desde el incidente.
Al salir vio un hombre bien vestido con una sonrisa alegre les esperaba pacientemente. Cuando sus miradas se encontraron ambos se reconocieron.
-¿Lucifer? Tu pagaste la fianza.-
Lucifer vestía un traje a la moda. Lentes negros, zapatos de cuero, su cabello y pequeña barba de colores dorados le daban algo de majestuosidad.
-Claro, no podía dejarte ahí. Debes saber que yo te aprecio mucho, después de todo nos conocemos de hace tanto tiempo.
-Te lo agradezco, pero como te va.
-Eh, va muy bien. Tuve una fiesta alocada anoche y visité a unos comediantes.
-¿comediantes?-
-Si, hoy en día lo llaman ritual satánico. No sabes cómo reí por horas al ver eso. De verdad piensan  los humanos que necesitan vestirse de negro y sacrificar animales, mezclar unas pociones y muchas cosas más únicamente para verme. Hasta se especialización llamándolo brujería. Acaso creen que desperdicio mi tiempo inmortal maldiciendo a los humanos todo el tiempo. Eso está en mi lista de top de las tonterías humanas. Pero baste de mí, ¿Cómo te van las cosas?
-Bueno…yo…
-¿Sigues siendo partero?-
El ángel Gabriel agachó su cabeza.
Lucifer le dio palmadas en la espalda mostrando compasión.
-Lucifer, ¿te arrepientes de confrontar a Dios?-
-Gabriel, lo que pasó en aquel momento hace miles de años era necesario. Muchos de los ángeles se dieron cuenta  y me apoyaron. Sabes muy bien que a Dios no le gustó eso porque era la primera vez en toda su existencia que alguien le negaba algo, así que por eso que maldijo nuestro paraíso y lo convirtió como hoy lo llaman en popular, el infierno. A pesar de ese terrible lugar infernal muchos ángeles siguen apoyando mis ideas. Recuerda que ellos los “ángeles caídos” como dicen actualmente me obedecen por su propia voluntad, yo no les he obligado a nada. Deberías hacer algo por ti mismo, Gabriel. Dile a Dios que no te gusta tu trabajo de partero. Hazlo con fuerza de convicción, razona con él.
-No lo sé. ¿Qué hay de ti?-
-¿Yo? Siempre que llego a hablar con Jehová me responde con sinsentidos y siempre recalca que debemos hacer lo que él dice y punto. Aún lo sigo intentando, lo de convencerlo, espero que algún día logre hacerle entrar en razón en hacer bien las cosas.
Este universo necesita que Dios reaccione ante la inminente injusticia. Pero esa está muy difícil. Se le subió el poder a la cabeza y me acusa de ser Satán. El adversario del bien. !Cuando yo fui nada más que el portador de la luz, me convierte en el supuesto portador del mal!

-Debí haberte seguido hace tiempo, pero ahora no puedo. Dios me ha amenazado con muchas clases de maldiciones. Tengo que seguir siendo su ángel. ¿Por cierto donde está la tienda de lotería?
Lucifer señalo una dirección.
-Adiós Lucifer.
-Se que Dios te envió a por la lotería. ¿Estás consciente que hace trampa todo el tiempo?
Gabriel no dijo nada. Y caminó entre la multitud hasta perderse de vista.

Jehová se materializó en frente de una puerta que ostentaba una placa que decía Psiquiatra Daniel. Echó un vistazo a diestra y siniestra, no había nadie.
Aun faltaba diez minutos para la cita y decidió buscar un espejo para ver su reflejo. Bonitos ojos café, cabello negro.
Aparentaba tener treinta tres.
Regresó al consultorio y abrió la puerta de doctor Daniel. Dentro había tres bancos para pacientes, un sillón desplegado de tapicería muy buena. Una pequeña mesita con lápiz y papel en blanco en él. Un diploma que certificaba la profesión de psiquiatra al doctor Daniel.  Entonces encontró lo que buscaba, un enchufe.  Preparó todo y justo al terminar se sentó en la silla y esperó a que llegara su psiquiatra.

El doctor Daniel entra a la habitación y le sorprendió que alguien estuviese dentro.
-¿John?, Creí que la puerta estaba cerrada.
-Lo siento. doctor Daniel, no pude esperar.
El doctor pensó en llamar a la policía pero al echar un ojo en toda la habitación notó que no faltaba nada. Se acercó a su escritorio y revisó las gavetas. Tampoco faltaba nada. Más tranquilo sacó un folder de su maletín.
-Veamos, señor John. Esta es su segunda cita conmigo. ¿Así que puede explicarme como se siente el día de hoy?-
-Me siento muy bien, solo un poco preocupado por una apuesta que hice. Estoy pensando qué debo hacer para ganarla. Tal vez si, el jugador sufre una lesión “accidental” podría darme alguna ventaja…
El doctor Daniel tomo la hoja del paciente John y cambió la hora de la siguiente cita  al medio día. Luego se sentó en la silla y con nota a mano comenzó la cita.
-Escuche, hoy hablaremos de su familia si lo desea. No me ha dicho nada si tiene esposa e hijos.
-No tengo esposa. Pero tengo muchos hijos.
-¿Tiene hijos?-
-Si, muchos de ellos.
-Bien, ¿usted tiene padre?
-El que me ha visto a mí ha visto a mi padre.
-¿quiere decir que su papá es igual a usted? ¿Cabello negro? ¿Ojos café?-
-No. Quiero decir que mi padre y yo uno somos.
-¿Entonces usted es  su propio padre y su propio hijo al mismo tiempo?
-Así es, soy exactamente todo eso.-
El doctor en psicología intentó procesar esa información pero su cerebro se atascaba en la palabras “paciente incurable”.
-Yo, no tengo idea que responder a eso… ¿por qué mira tanto hacia allá?
-Escuche doctor, solo tengo una petición que hacerle. ¿Puedo encender la tele para ver el  partido de Real Madrid vs Barcelona? Es por una apuesta.
Asombrado al escuchar la palabra tele giró su cabeza en la misma dirección que apuntaba su paciente, entonces lo vió, un soporte instalado cerca del enchufe sostenía una tele que jamás había percibido.
El psiquiatra concentró su mirada en el paciente. Escribió unas notas describiendo un síntoma de desorden de personalidad, obsesión con apuestas, invasión de propiedad.
Cuando la tele fue encendida, Dios sonrió. El partido iba tal como esperaba. Real Madrid ya ganaba  por 5-3. Eran los minutos extras del segundo tiempo, el público enloquecía por una jugada agresiva del Barcelona. Dios se puso nervioso y murmuró contra el libre albedrío porque eso le impedía ver el futuro con toda claridad. Si no hacía algo el resultado de partido sería diferente al de su apuesta, así que infringió el libre albedrío e  hizo que  el delantero de Barcelona resbalara. Según el comentarista del partido era la quinta vez que el jugador se caía, es como si Dios no estuviera de su lado.
Primeros auxilios llegaron al campo de futbol y ahí se perdió todo el tiempo extra. El árbitro pita el final del juego y El Madrid gana 5-3.

Esto es uno de los libros guardados en la biblioteca celestial. Cada archivo narra una historia lo mas cronológica posibles desde la formación de las estrellas y planetas.
Archivo 1.2 El problema de los ángeles
Al “octavo día” de la creación en que Dios hizo y puso todas las cosas en su lugar. Sin embargo en los cielos los ángeles que eran millones de millones no tenían una ocupación. Ahora que la Tierra era el único planeta que sustentaba vida, Dios tuvo que pensar en como resolver el asunto.

Todas la clases de criatura angelicales estaba frente al gran trono de Dios, Lucifer estaba en los escalones más altos.

-Escuchen, les he dado un trabajo de ser guardianes de los humanos pero ahora mismo solo hay dos de ellos. Eso me deja con un 99.99% de ángeles con tiempo libre. Pero yo necesito mis propios descansos. Así que todos recibirán un trabajo temporal como por ejemplo medir las montañas. Contar los animales de uno a uno. Tomar nota de todo lo que hacen, etc.

El ángel Miguel hizo una pregunta que todos habían estado esperando.
-Mi señor, ¿puede decirnos cuál es su nombre?-
Dios se puso rígido y se concentró en la respuesta, él había creado todo el universo pero inventar su nombre no es algo a lo que estaba preparado.
-yo…me llamo…yo...Yo soy...yo soy-
-¿yo soy?-repitió el ángel Miguel.
A Dios se le acabó la imaginación en ese momento. Así que se rindió y adoptó ese pseudónimo como su nombre para la posteridad.
- ¡Así es! ¡Yo soy el que soy! ¡Y así me llamaran por siempre!
(Pero nosotros le llamaremos Jehová como popularmente le conocen, que significa “yo soy”)

Gabriel y Miguel murmuraron.

Dios percibió eso. Luego continuó hablando como si nada hubiese visto:
-Les he dado alas a muchas criaturas para que puedan volar. Yo no las necesito por supuesto.
-Jehová, muchos de nosotros podemos hacer eso sin necesidad de tener estas alas-responde un ángel de tres cuernos y ojos brillantes.
-Pero les da un toque…con mucho estilo. Solo hagan lo mismo que las aves. También podrán volar por el espacio, esas alas automáticamente cancelaran las leyes del espacio que yo mismo establecí  y viajaran más rápido sin dificultad.
Todos los ángeles se inclinaron para adorar.
-Escuche todo el mundo, pienso hacer un lugar especial para ustedes, porque veo que todavía sobrarán ángeles. Será como un segundo cielo, tú,  Lucifer estarás a cargo-
Lucifer inclino la cabeza aceptando el encargo.
-¿Y para qué son estas armas, mi señor?-preguntó uno de los ángeles que sostenían una espada flameante.
-Es para defenderse de sus enemigos.
-¿Enemigos?
-Si-dijo Jehová
-¿Pero señor cuales enemigos? Somos los únicos seres de todo el universo, es obvio que yo no usaría esto para atacar a los ángeles ni mucho menos a los humanos. A menos que de enemigos te refieras a alguien que es aparte de toda tu creación, señor…
Ese ángel dejo de hablar porque por fin entendía lo que estaba diciendo. ¿Alguien que no es ni Dios ni parte de la creación puede ser nuestro enemigo? ¿Hay algo además de Jehová, los ángeles  y humanos en todo el universo de lo que debemos protegernos?
Dios no respondió. Lucifer estudió la mirada de Jehová y vió algo que le incomodó. “Dios sabe algo que no nos quiere decir”
-Yo soy el único Dios, y fuera de mi no hay nadie.
Estas palabras calmaron a muchos ángeles. Pero Lucifer sintió una corriente eléctrica. Una clase de pensamiento que cambiaría todo.

Fin del archivo 1.2, biblioteca celestial.


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